Algunos de los rankings culinarios presentados en los últimos años sobre los mejores destinos gastronómicos para visitar posicionan a Lisboa y a Portugal como una de las opciones más destacadas del planeta. Y el pastel de nata tiene mucho que ver con esta valoración positiva por parte de prestigiosas entidades pero también de los turistas.
También conocido como Pastel de Belém, el pastel de nata es una preparación muy popular en su país. Se trata de una tartaleta de crema que tiene una receta que demora dos días y cuya historia se remonta al siglo XVIII. Se cree que fueron creados por los monjes católicos jerónimos del Monasterio de Santa María de Belén.
Cómo es un pastel de nata y por qué son famosos
La preparación de este clásico de la pastelería portuguesa suele seguir un mismo proceso. Comienza a elaborarse en una “oficina do segredo”, que en su idioma significa taller del secreto, a puerta cerrada. Esto es tanto para la pasta como para la crema. Este proceso se realiza durante dos días y entrega como resultado una comida dulce y deliciosa.
El pastel de nata es de hojaldre y la crema es la base fundamental que rellena la preparación. Esta se prepara con yema de huevo, leche y azúcar. Una de las razones por las que es muy famoso es porque se consume tanto caliente como frío, de modo que es popular en el verano y en el invierno. La mayoría de las pastelerías de Portugal lo ofrecen en sus tiendas.
En definitiva, la preparación de la base y la crema demora alrededor de una hora y cuarto. Luego esta debe cocinarse por 20 minutos y refrigerarse por 12 horas. Al sacarlo de una heladera, hay que dejarlo reposar durante 40 minutos más. Luego de 15 horas se puede consumir, por eso se preparan durante la noche anterior. El resultado son bocadillos no muy grandes que hacen valer la espera.
La historia de los pasteles de Belém y el mejor lugar para probarlos
En 1820, en Portugal se produjo la revolución liberal que obligó a cerrar el Monasterio en que fueron inventados los pasteles. Como consecuencia, el panadero del lugar le vendió la receta a un empresario. Al principio, se vendían en un ingenio de caña de azúcar que se encontraba a tan solo unos metros del monasterio.
Apenas unos años después, este lugar se transformó en Casa Pastéis de Belém, una pastelería que explica el éxito que tiene Lisboa como destino gastronómico. Un ranking reciente de Taste Atlas la posiciona como el lugar que prepara el mejor postre del mundo: el pastel de nata. El mismo listado destaca el helado de chocolate de Rapanui.
Quienes visiten Portugal y viajen por su capital, no se pueden perder una visita a la Casa Pastéis de Belém. Su fama es tan grande que a veces hay filas que se prolongan por toda la cuadra pero es una espera que vale la pena.